Claves para vivir y disfrutar la soledad
En la época actual, el hombre experimenta un sentimiento extraño, a veces sin forma, que puede nublar la experiencia de la vida y torna paradójicas las cuestiones cotidianas que deberían vivirse con tranquilidad y sabiduría.
La sensación es ahora más grave para muchos, en la medida en que, en medio de la selva de cemento en que se han convertido las ciudades, los hombres son invadidos por esa falta de lazos sociales consistentes y confiables. El apoyo, la capacidad de acoger del otro, falla, tornándose lábil, frágil y poco confiable.
Luego de la pandemia, las relaciones cara a cara, que incluían la dimensión del cuerpo, se vieron alteradas por la virtualidad. Los vínculos que antes nos servían para sentir el calor del lazo con el otro, desaparecieron. Ahora, aún en medio de esa extraña “normalidad”, nuestros vínculos no son los mismos.
Adicionalmente, la era digital y las nuevas tecnologías, han incidido de manera cada vez más profunda, acelerando la cotidianidad de tal manera que esto ha afectado incluso el desarrollo de las nuevas generaciones, la crianza, la educación, la reproducción humana, la economía y la política, entre otras realidades.
La tristeza acompaña ahora al vacío que se experimenta entre los tonos grises de las urbes, las pantallas y los dispositivos. El significante, la palabra “soledad”, permite nombrar esa sensación.
A su vez, esa sensación de estar solo se vincula con el trauma, con el encuentro del sujeto con algo que irrumpe su cotidianidad y altera el tiempo lineal y cronológico que muchos suponen es parte de lo que se denomina “realidad” cuando en verdad eso que creemos normal es una construcción derivada de la cultura humana.
En ese momento de angustia, el sujeto siente que no hay alguien que lo acompañe, que se encuentra en el hoyo, sumergido y más allá del precipicio, mientras ve revelarse los lazos sociales desapareciendo, evaporándose. Es, de hecho, el vínculo con el otro lo que permite restablecer esa esperanza y sensación de que hay alguien en el mundo con quien contar, un brazo al que agarrarse, una presencia que permite reconfigurar el mundo cuando los faros se agotan y las anclas permanecen elevadas en medio de tormentas.
En este instante, cuando se reanuda, renace la posibilidad de configurar y construir un sentido, incluso proyectar futuros y deseos subjetivos.
Ahora bien, esa soledad, más allá de ser una sensación y emoción, implica una modalidad paradójica de satisfacción en la que el sujeto puede percibir disfrute sin mucha consciencia de que en el fondo es un “deleite” en el dolor y el daño.
La noción de tiempo y de estado, entraña una sensación también de añoranza, un extrañar un tiempo y estado anterior que seguro no ha existido como consistencia, y en cuyo recuerdo con pena de la ausencia, privación o pérdida de una persona o cosa, congela esa soledad y vacío amarrado al trauma.
Este sujeto de la era digital, es bastante “light” en el sentido de ignorar responsabilidades y formas de relación serias y ordenadas que incluyen lazos momentáneos y superficiales que dan una falsa sensación de libertad e independencia. Lo anterior con esa falsa idea de que “en la variedad está siempre el placer” y que el disfrute de la vida se apoya en un “hacer de acuerdo al momento y la oportunidad”.
Cabe anotar que existe una soledad estructural, que está dada por el hecho de ser seres humanos determinados por la cultura. Esto permite diferenciar al hombre de los animales, lo cual implica que estamos habitados por una fuerza interna distinta al instinto y que denominamos “pulsión”. Por eso la sexualidad humana no existe con el objetivo único de la reproducción ni la supervivencia como se da en el mundo animal. La pulsión es una fuerza que experimenta modificaciones de acuerdo a la experiencia y se ve influida también por la historia subjetiva, la educación, y el desarrollo. Está orientada al placer, la satisfacción, la descarga y es una fuerza perentoria que incluye y hace posible el amor, la ternura y la creatividad.
De otro lado, y diferente a la soledad dada por estructura, existe la soledad en tanto sentimiento que la experimenta el ser humano ahora con mayor frecuencia. Lo anterior por el hecho de que vivimos ahora en la época del trauma, esto es, que cualquier expresión o acto del otro es virtualmente causa de traumatización y fuerte drama, angustia y miedos, la mayoría sin razón profunda.
La era digital enfatiza lo anterior, por cuanto imprime una clima de inmediatez, aceleramientos, y ese empuje a la vida de las soluciones instantáneas.
De cierto modo, podemos esquematizar lo anterior así:
Soledad Estructural
- Inherente a la condición humana: Proviene de la separación inevitable entre el sujeto y el Otro (madre, sociedad, etc.).
- Constitutiva del sujeto: Surge durante aproximadamente entre los 6-18 meses, cuando el bebé se separa de su reflejo idealizado (de la imagen en el espejo) y puede nombrarse como “yo” sin percibir al otro del espejo como una persona diferente a él mismo.
- Vacío existencial: Espacio entre el yo idealizado y el yo real, lo cual produce la sensación de falta de propósito, significado y conexión en la vida, a pesar de tener todo lo que se considera necesario para la felicidad.
- No puede ser eliminada completamente: Es una condición fundamental de la existencia humana.
Sentimiento de Soledad
- Experiencia subjetiva: Sensación de aislamiento, vacío emocional y desvinculación.
- Puede variar en intensidad: En la medida en que está influenciada por factores como relaciones interpersonales, experiencias traumáticas o pérdidas.
- Puede ser mitigada: A través de relaciones significativas, creencias, prácticas o actos y terapia (psicológica, psicoanalítica).
Ahora bien, ¿qué propone el psicoanálisis para resolver el sentimiento de soledad?
Lo primero es reconocer la soledad estructural, atada a la sensación de vacío imposible de llenar y que muchos buscan solucionar mediante adicciones u objetos de consumo.
Adicionalmente (2) es posible realizar un análisis del deseo, explorando los propios anhelos y la relación con el Otro.
(3) De la misma forma, el establecimiento de relaciones auténticas, los vínculos recíprocos y el reconocimiento mutuo, dan satisfacción y promueven la alegría de vivir.
(4) La reflexión y la simbolización permiten la sensación de compañía, dan la posibilidad de procesar emociones y vivencias a través del lenguaje.
(5) Aceptando la imperfección, el sujeto reconoce que es imposible ser completo, es decir, que siempre sentirá y estará habitado por una falta y que eso a su vez es aquello que hace posible el deseo humano y las ganas de vivir cada día con ánimo y motivación profunda.
(6) Saber estar solo es necesario porque esto permite aprender a tolerar la soledad sin necesidad de llenar el vacío. Se pueden tener hobbies, realizar actividades que lo apasionen y sean de su agrado de manera individual, dejando otro momento para hacer en compañía sin olvidar que somos seres gregarios (hechos para hacer grupo).
¿De qué manera puede la terapia psicoanalítica ayudar al sujeto con respecto al sentimiento de soledad y la sensación de vacío?
- Reconocer la angustia: La sensación de que falta algo es un síntoma de la angustia fundamental, la cual surge de la confrontación con la finitud de la existencia humana y la libertad de elección. Esta angustia es una señal de que algo necesita cambiar.
- Introspección: Implica la capacidad de observar y percibir sentimientos y pensamientos propios asociados al vacío, lo cual permite trabajar los deseos subjetivos, así como las defensas que se usan para evitar la angustia.
- Encontrar significado vital: La terapia psicoanalítica permite que cada sujeto encuentre un significado a su vida, a partir de la exploración de pasiones, valores y aspiraciones personales.
- Superar la inhibición: Esto es, movilizar al yo de tal forma que permita tomar iniciativas más allá de conflictos internos, actuando en bien del sujeto y aquellos que lo rodea , tomando iniciativa para crear una vida con significado.
- Relación con el Otro: En la medida en que se reconoce la importancia de las relaciones interpersonales para encontrar un sentido de pertenencia y conexión, el objetivo es ayudar al sujeto a fortalecer y crear relaciones interpersonales.
- Trabajo con el inconsciente: Se busca entender el inconsciente a partir de sus formaciones y expresiones para determinar de qué manera se relaciona con la sensación de vacío. A través de la interpretación de sueños, asociaciones libres, entre otros, se accede a deseos, miedos y conflictos inconscientes que están contribuyendo al vacío.
Para terminar, tenga en cuenta que el vacío existencial y la sensación de soledad son experiencias complejas que pueden nublar la vida y generar angustia en un mundo moderno lleno de cambios y tecnología. La falta de lazos sociales sólidos y confiables, la virtualidad en las relaciones y la aceleración de la vida cotidiana pueden contribuir a esta sensación de vacío, ausencia y desconexión.
El psicoanálisis ofrece un enfoque profundo y significativo para abordar la soledad y el vacío existencial. Reconociendo la angustia, explorando los deseos subjetivos, estableciendo relaciones auténticas, reflexionando y simbolizando emociones, aceptando la imperfección y aprendiendo a estar solo de manera saludable, son pasos significativos hacia la superación de estas experiencias.
Entonces, es importante entender que la terapia psicoanalítica proporciona un espacio seguro y comprensivo para explorar estas emociones, deseos y conflictos internos, ayudando al individuo a encontrar un significado vital, superar inhibiciones, fortalecer la relación con los demás y comprender la influencia del inconsciente en la sensación de soledad en tanto estructural y emocional.
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- 2 diciembre, 2024
- publicado por: Astrid Álvarez de la Roche
- Categoría: Sin categoría
