Los semblantes, su caída: Opciones y alternativas

Extractos y derivadas de la entrevista amablemente concedida por Mario Goldenberg*

 

Los semblantes han caído en su configuración y con respecto a la época que vivimos, el malestar del mundo. 

 

Durante la pandemia no sólo se ha modificado el mundo simbólico sino lo Real, en varias dimensiones. Lo vemos en las modificaciones del lazo social también, la  escolaridad, lo laboral, el lazo familiar y el analítico, en donde la tecnología ha venido a ocupar un lugar central. 

 

En la civilización occidental se ve una caída estrepitosa acerca de la creencia, con un punto claro y visible en la manera en que han quedado desmanteladas las desigualdades e incertidumbres sobre los planes de salud, educación y la familia. 

 

El encierro ha tenido a veces consecuencias positivas y en otras negativas, en los vínculos y los sujetos. 

 

Con la aparición del nuevo virus global, hay algo particular con respecto a lo Real que se nos impone: la muerte se nos presenta distinta. Si bien es claro que siempre ha estado presente no había estado como nos la encontramos, permanentemente: familiares o conocidos pierden la vida o caen enfermos por COVID,  gente de todo ámbito que se va perdiendo sin que sea por causa de violencias o guerras. Esto por ese Real de la naturaleza que ha incidido especialmente en la población. 

 

Con la pandemia muchos modelos e ideales, aparentemente sólidos de la cultura caen estrepitosamente, revelándose lo débil de las construcciones (simbólicas) y el «terreno pantanoso y móvil sobre el que están construidas». En este sentido muchas diferencias sociales y de otra índole se derrumban también porque frente al virus todos compartimos un punto innegable de vulnerabilidad… Entonces  «todos frágiles» dramáticamente diminutos con respecto a un gran riesgo biológico. 

 

Así, los cimientos y la estabilidad quedan ante la pandemia en un lugar de precariedad. Esto se revela clara y específicamente en lo político, económico, social.

 

Ahora bien, es importante diferenciar máscaras de semblante y esa tendencia a decir que es necesario «quitarse las máscaras para ser auténtico». 

 

Los semblantes tienen un carácter de semblanza, de parecer, de sostener un imaginario necesario de autoridad, de belleza, de bien, de justicia, como si fuera la  consistencia de un Otro que necesitamos. 

 

También lo vemos en el análisis,  la cura analítica, bajo la forma del Sujeto-Supuesto-Saber que ha de existir para el paciente y que proyecta (ve) sobre la persona del analista. Esto es necesario para que tenga lugar cualquier tipo de tratamiento analítico: ese momento en que el paciente dirige su malestar al psicoanalista porque sabe, conoce, es capaz de ayudarlo y confía en su trabajo. Por eso le encarga el tratamiento y siente la tranquilidad de comunicar su intimidad sin temores.

 

De otro lado, la propuesta de quitarse la máscara suena más a una manifestación de la histeria que busca revelar una supuesta verdad que al final no es tal ni existe Toda.

 

Sobre la creencia, el semblante y la religión, Goldenberg nos comenta que mientras el siglo XX es el siglo de la física, el XXI es el de la BIOLOGÍA y la CIENCIA, estando (según lo menciona Eric Laurent) en el cénit cultural, económico y político especialmente también por la pandemia.  Entonces la ciencia se impone sobre la OMS, las Naciones Unidas y la Iglesia, incluso.

 

La infodemia y la difusión de la ese saber científico han hecho que cada uno de nosotros nos convirtamos en una especie de especialistas científicos sobre los virus, las vacunas, cómo están hechas, etc. ¡Todo el mundo sabe de esto! 

 

La ciencia, al forcluir al sujeto, no tiene en cuenta que ante la pandemia y la muerte, la ausencia de un cercano, es necesaria una ceremonia y un ritual funerario, los lazos sociales en presencia y la interacción cuerpo a cuerpo. Se suspenden clases porque es correcto científicamente, por ejemplo, pero los efectos subjetivos no son tenidos en cuenta, no son registrados. 

 

Por esto, es necesario el ofrecimiento que da el psicoanálisis en el sentido de alojar el malestar que la ciencia causa en los sujetos. El psicoanálisis es un ámbito de privacidad en el que se escucha, ahora que la gente ha estado confinada en sus casas, y no ha tenido privacidad. 

 

Ahí hay en muchos sujetos angustia por el encierro, en otros no: cada uno ha producido una invención para intentar solucionar el estrés. El psicoanálisis permite atravesar esta contingencia e intentar imaginar un mundo luego de la pandemia o en convivencia con el virus.

 

Cabe anotar que en los eventos virtuales,  reuniones y sesiones, hay también un cuerpo a cuerpo válido, un encuentro por ejemplo de miradas que permiten capturar efectos de lo que se dice o se hace. En este sentido lo virtual por supuesto demuestra que puede haber resultados, efectos,  en la subjetividad por cuenta de un tratamiento online

 

Ahora bien, la fisura del semblante social,  económico y político se refleja por ejemplo en cambios en constituciones nacionales, elecciones, movimientos de diversas corrientes, que si bien se dieron en en esta ocasión en sincronización con la pandemia, es claro que van por otro lado.

 

Los jóvenes han sido especialmente activos en estos movimientos. Aún llama la atención,  desde la clínica, que con respecto también a la pandemia se han comportado muchos como si fuesen completamente inmunes,  aunque se sepa que no lo son. 

 

Si se han involucrado en manifestaciones, protestas, haciendo caso omiso al riesgo de contagio, es además de cuestiones políticas o sociales por efectos de un empuje a tener interacciones con el otro desconociendo la situación de salud por el virus y allí se olvidan de su cuidado y el de los demás. 

 

Es una respuesta en gran modo maniática, con fiestas clandestinas y otros eventos similares. También hay otros adolescentes encerrados por temor a contagiar a los padres o por fobia.  Son dos posiciones diametralmente opuestas. 

 

Es una paradoja porque aunque aparecen los jóvenes trabajando por una causa social, al incrementarse la posibilidad de su eventual contagio, se abandona su estado de vulnerabilidad humana, asumiendo cuerpos falsamente blindados ante la enfermedad que pone en riesgo a otros, sus familias y a ellos mismos. 

 

Con estas actuaciones de varios adolescentes no se deja sin embargo de poner mucha esperanza en su actuar para efectos de tener confianza sobre el futuro en sus manos.  Esto por supuesto sin dejar de lado la experiencia y sabiduría de los mayores, de lo ya vivido, aportando los jóvenes con sus ideas y servicios a esa luz que como humanidad podemos ver al final del túnel de esta pandemia. 

 

Y es que no sabemos cómo va a quedar el mundo luego de esta contingencia de salud.  Está la ciencia, la tecnología que aportan en la manera de dar nuevas formas al mundo, comprobándose que muchas cosas de la educación y del trabajo presencial no eran tan necesarias y se pueden ganar en muchas otras situaciones con lo virtual. Hay maneras de encontrarse online, ahorrando tiempo, dando posibilidad a trabajos y sesiones que antes no eran tan frecuentes. 

 

En los niños y jóvenes esto va a dejar una huella imborrable en la educación, el tema lúdico, el encuentro adolescente, todo esto está atravesado por la tecnología y aparte está que lo que va a entrar en debate es cuándo va a ser necesaria la tecnología y cuándo no. No es ahora tan necesario que todo sea presencial…esto entra en debate. La digitalización ahorra  tiempo que incluso permite ser usado para otras cosas.

 

Encuentros, congresos,  seminarios con colegas se dan virtualmente,  los viajes se dan por otros eventos y motivos.

 

En la formación por ejemplo de profesionales en salud,  médicos,  enfermeras,  psicólogos clínicos,  tenemos con la telemedicina y los controles de casos la posibilidad de sostener una práctica efectiva, por medio de la cual se aprende, teniendo efectos de educación y crecimiento profesional. 

 

Habría que pensar cuál es el Real que se juega allí, lo que siempre vuelve al mismo lugar, lo que angustia. En el amor familiar y de pareja, por ejemplo, el encuentro presencial se problematiza porque el otro es potencialmente peligroso, contagioso. Aún la vacuna está el temor, y ese miedo pasa luego a lo virtual de otra forma…

 

¡Estos temores  que aparecen en la era digital tienen tratamiento!

 

Sin duda.

 

Lo siniestro social, familiar, personal, puede afrontarse bien con un adecuado abordaje.

 

¿Sabe qué hacer con respecto a tantas prevenciones, medidas de intervención y nuevas interacciones?

 

Encuentre alternativas,  solicite su cita, lo apoyamos.

 

* Mario Goldenberg es autor del libro Lo real y la declinación de los semblantes (Edit. Grama, Bs. AS, Año 2019); psicoanalista en Buenos Aires, Miembro de la EOL y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Compilador del libro Violencia en las escuelas del 2011. Es director de Consecuencias (Revista digital de psicoanálisis, arte y pensamiento), docente universitario, docente del ICdeBA y Director del Blog Elephant.

 

GRACIAS MARIO POR TU GENEROSO TIEMPO Y AMABLE CONTACTO. 

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