¿Por qué hay gente que se aísla y encierra?

Hace algunos años comenzamos a ubicar en nuestro contexto situaciones de extrema desesperación o inconformidad que llevaban a algunos individuos a aislarse del mundo, y literalmente encerrarse en sus habitaciones. 

 

Comienzan una vida similar a la de un ermitaño, esto es, aquel que vive en soledad y sin relación con los demás, metidos dentro de sus conchas, envueltos.

 

¿Buscan protegerse o creen proteger al mundo de su presencia? ¿Cuál puede ser la razón para desconectarse así de los demás? ¿Habría algún beneficio o no? ¿Qué precio estaría pagando el individuo?

 

Algunos estudiosos pueden decir que es un fenómeno contemporáneo. Sin embargo no es solo la hiperconexión y violencias de nuestros días los que pueden hacer desarrollar semejante respuesta tan desesperada. 

 

Anotemos que la ansiedad está presente siempre en la vida de las personas, hace parte de la realidad humana. Sin embargo, hay algunas personas que sufren crisis o situaciones que los angustian en particular. No logran manejar o resolver con sus mecanismos de defensa psíquicos, mentales, ciertos conflictos vitales. La desesperación o duda puede invadir, con ello viene la insistencia en cortar lazos sociales.

 

Ahora bien, los ermitaños existen desde hace mucho tiempo. En la antigüedad correspondía al que “cuida de la ermita”, un lugar de adoración, alejado de la ciudad y que estaba destinado a la meditación, a la conexión con Dios. Se trataba de una persona que elegía llevar una vida solitaria y ascética, sin contacto permanente con la sociedad. 

 

Para los egipcios el ermitaño era aquel que habitaba un espacio no civilizado más allá de la ciudad, como el desierto. Las montañas de Siria o las del centro de Italia eran también usadas con este propósito. En general cabe anotar que el término se extendió para señalar a todo aquél que vive apartado de la sociedad.

 

En el cristianismo, la vida eremítica tendría su propósito en lograr una relación con Dios que se considera más perfecta. La vida del ermitaño está por lo general caracterizada por valores que incluyen el ascetismo, la penitencia, el alejamiento del mundo, el silencio, la oración, el trabajo.

 

En nuestros días, y contrario a lo anterior, verificamos la fuerte emergencia de un aislamiento respecto del estilo de vida cotidiano de las ciudades y que se presenta en ellas mismas, en sus barrios, caracterizado por rasgos de soledad. 

Se trata de una triste y desesperada salida ante la angustia, causada por situaciones de acosos, sentimientos de impotencia, fragilidad afectiva, falla en capacidad para resolver problemas, construir alternativas, dialogar o negociar con los demás. El sujeto se deja arrinconar, cae en depresión, pensando que con cortar comunicaciones o enfocarse en su computador o celular y en su cuarto encerrado, logra terminar con torturas que cree provenientes de fuera. 

La mayor dificultad persiste, sobretodo porque está en su interior, en el fondo de su ser, en su mundo interno inconsciente El mutismo y falta de actividad física agrava el cuadro. Por lo tanto, es fundamental la búsqueda de ayuda profesional en la mayoría de casos, de tal forma que se logre retomar actividades de crecimiento y feliz convivencia.

La cuestión es que en este mundo hiperconectado es difícil desconectarse porque existe un flujo interminable de correos electrónicos, tuits, fotos, posteos, que nos mantiene pendientes de pantallas “espejo”.

 

El encerramiento forzado que presentan los denominados casos de «hikikomori» es una respuesta en falso y angustiada a lo que causa un modo de vida en que las personas se sienten atropelladas por una cascada invasiva de estímulos nocivos. A veces se trata de maltratos verbales o sensaciones de vulnerabilidad con respecto a eventos, que se viven en alto modo traumáticos y con los que no se sabe cómo actuar, qué hacer. Por ello se decide no abandonar la casa y enclaustrarse. 

 

Se pensaba que esta condición era única de Japón, pero en los últimos años se ha extendido por el mundo.

El «hikikomori» puede describirse como una adolescencia en gran modo sin fin, siendo el aislamiento físico y social al que se suma sufrimiento psicológico que puede durar seis o más meses.

 

Es importante considerar la situación está soportada por la situación actual de ciertas instituciones como la escuela, algunos grupos religiosos, empresas, familias, que fracasan en su función de contención y entendimiento de los sujetos que las integran. 

Así, se generan actitudes de exclusión y segregación, con presión en funciones, lo cual genera sensaciones de rechazo y maltrato. El individuo queda como pieza suelta, un objeto sin vida, sin orientación y lazos que lo conecten en relaciones positivas. Por ello se arrinconan. Es una de las maneras de entender lo que ocurre con el hikikomori en nuestros días.

 

Las denominadas “monoculturas”, en donde todo el mundo parece tener la misma opinión, es una cuestión para intervenir siempre. El respeto, la tolerancia, como otros valores, han de cultivarse y fomentarse desde políticas y líderes bien orientados. 

 

A continuación algunas sugerencias: 

 

 

  • Es importante no demonizar la tecnología, por ello las intervenciones de apoyo presenciales o virtuales pueden aplicarse en situaciones de aislamiento o temor al contacto social.
  • De la misma forma, lograr «ingresar» al mundo del joven afectado y apoyar la salida al mundo, para que retorne a una vida activa y dinámica, es importante. En este sentido la asesoría domiciliaria y el acompañamiento profesional personalizado en espacios familiares y públicos está indicado. Sin ello muchas personas afectadas por el aislamiento o encierro tienen dificultades para retornar a espacios abiertos por sentimientos de pequeñez y vulnerabilidad.
  • En algunos casos se necesita incluso terapia física u otra intervención médica. Por ello siempre convendrá valoración general médica y trabajo interdisciplinario.
  • Evitar forzar situaciones de tal modo que se logren entender razones profundas de aislamiento,  apoyar soluciones vivificantes y genuinas en indicado. El las sesiones con orientación en psicoanálisis permiten que la persona resuelva y entienda razones inconscientes de sus dificultades,  siendo soluciones no superficiales o inestables.-
  • Incluir a la familia, de acuerdo al deseo de cada miembro en participar en el proceso, es deseable. Abrir espacios de conversación,  apoyar construcción y reorganización de actividades y relaciones hace parte de la solución que proponemos desde Zeroes3.
  • Fomentar espacios culturales en la sociedad e instituciones para evitar casos de bullying, segregaciones y exclusiones. Esto ayuda a estimular relaciones y competencias para compartir crear redes de apoyo y recursos simbólicos.

 

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Algunas fuentes consultadas:

http://elespectador.com/opinion/la-melancolia-del-hikikomori-columna-871987

https://www.elheraldo.co/salud/hikikomori-el-fenomeno-social-que-lleva-aislarse-del-mundo-614068

http://nel-medellin.org/hikikomori/

https://www.radionica.rocks/videos-musicales/nuevos-videos-trendig-tropics-estrena-videoclip

https://www.kienyke.com/nytiw/japoneses-temen-a-los-ermitanos-extremos

http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_7685000/7685185.stm

https://uk.news.yahoo.com/dutch-police-discover-family-locked-131342567.html 

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